martes, 15 de noviembre de 2011

Labios de ciruelo rojo


                                                          

Sedente permanezco bebiendo té en completa relajación en el interior de una estancia apenas iluminada por un farol.
Como vista el paisaje del jardín Zen, el mismo que me ayuda en mis meditaciones diarias. Al fondo se advierte una figura grácil de una mujer envuelta en un precioso kimono dorado, camina con pasos rápidos y cortos.
La incertidumbre se apodera de mí ¿quién será ese ser diminuto que no puedo dejar de mirar?
Es tan intensa mi contemplación que siento que la atravieso ¡se dio cuenta! Se detiene en lo más alto del puente con delicados movimientos busca la fuente de ese atisbar. Dio con ella, por unos segundos nuestras pupilas chocan, no huyo, ni esquivo interpreta bien mi deseo de que siga avanzando.
Toma la senda que conduce al salón, su andar ahora es lento, eso me motiva deseo entre ya.
Mi mano tiembla decido abandonar la taza
Su entrada la celebra mi corazón, se convierte en un gran Taiko, sus percusiones resuenan en toda la alcoba
La recibo de pie con una reverencia solemne, ella corresponde.
La observo de arriba hacia abajo, de costado a costado, tiene una aura de misterio que rodea su rostro blanquecino apetitosamente decorado por unos labios intensamente rojos.
Despierta aún más mi interés, le pregunto su nombre: ¡YASURI ¡ Su voz es de un vibrato bajo, casi inaudible. Con su delicada mano me indica que tome asiento mientras se hinca frente a la mesa de té y como si fuera un ritual sirve una taza de sake, misma que me ofrece de inmediato, al tomarla rozo sus dedos, me estremezco no me atrevo a pronunciar palabra respiro con impaciencia se que viviré algo especial.
Mientras tomo a sorbos el sake, de la manga de su kimono extrae una flauta que comienza a tocar, reconozco la melodía es de mi región natal.
Apuro mi bebida y presto tomo la flauta, ahora soy yo quien toca y ella comienza a danzar.
Diestra para la conversación, relata una leyenda de una princesa enamorada, utiliza todo su cuerpo como artilugio. Sus frágiles manos se convierten en alas de luciérnaga y sus brazos en mariposas, sufre una metamorfosis.
Gira sobre su propio eje crece ante mí.
El farol le regala su llama y de ella brota luminosidad, rayos de luz salen de su cuerpo.
Mueve su abanico con destreza y al hacerlo expulsa chispas, para quedar en mutis.
¡No! no te vallas, no te apagues. Mi música la invita a que siga bailando ¡Revive!
El grillo que vive en el karesansui se une a la melodía y con él la noche que más despierta que nunca, decide unirse para disfrutarle.
La sonrisa diminuta color cereza no es mas, es ya de sol.
Mi centro se estrecha cuando su cabello negro noche pasión, queda suelto y con él cae su vestimenta

Ya no toco la flauta me quedo extasiado, viendo su lenguaje de mujer; sombras misteriosas proyectadas por la candela viajan por todo el recinto para después envolverla, su piel nevada y desnuda brilla como estrella, el aposento toma tonalidades azules.
¡Quémame con tu fuego, hazme arder con tu flama!
“Bendita la luz que envuelve todo el dormitorio”.
Mi piel encendida quema mi ropa de seda, me despojo de ella.
Sin abandonar mis ojos lentamente se acerca, sus sensibles dedos recorren mi piel es un festival de ciruelo en flor, brota un manantial, tiembla, fluye Es el arte hecho persona, es una Geisha, naciendo del mito, de ahí al ritual, se estaciona en mi realidad.
Cual Alondra expande su pecho, un grito como trinar retumba en el lugar.


Victoria Falcón Aguila D.R 2011          
publicado en el libro "El vuelo del colibrí" Octubre del 2011  D.R
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miércoles, 9 de noviembre de 2011

La cooperante

                                                             


La portadora se coloca frente al espejo todas las mañanas, la mascara cooperante que usará durante el día con las mejores sonrisas y reacciones; esta mañana decide preguntarle:
-- ¿Qué piensas de mí?
-- tu huida huele a imposible, tu resistencia ahoga tu alma. Te escondes tras tu sombra inmóvil, no quieres ser protagonista de tu propia existencia. Eres como ellos quieren que seas, hasta el punto de dejar de ser tú, te diré que has muerto en silencio protagonizado tu sepelio cuyos únicos acompañantes son los recuerdos y las añoranzas del pasado, le reclamas a la vida la agonía del morir lento en el olvido de una memoria que prefieres atrofiada, para que no te lleve a la realidad.
Tienes una vida que se te olvido vivir, confundida te lamentas en la soledad de tu cama, sin brazos que abrazar, sin labios que besar, ¿cuantos velorios necesitas para entender que debes luchar, volar, ir en busca de tu libertad?
Después de esto, la escritura te resulta inseparable; los escapes son absurdos. No quiero seguir atada a esta vida que detesto, ¡perdóname, no encuentro otra salida! Esta vez yo tomare la decisión, no soporto ser un postizo en tu vida, no soy feliz… No tengo nada que ofrecerte ni tampoco me interesa no soy la pieza del rompecabezas que hace falta en tu vida.
Solo mira dentro, no es Morgana ni Penélope, eres tú la que estas ahí, sólo estas dormida, inmóvil, enredada en tus sentidos, con un cúmulo de emociones y adrenalina guardados.
Tu libertad es intransferible, los recuerdos se olvidan y el pasado ya fue.
La solución es simple: Deja caer los brazos, no adoptes la actitud defensiva abre los ojos, con ellos cerrados nadie puede vivir, lava tus heridas en la fuente, seca tus lágrimas.
Cuenta: uno, dos, tres, sé que no puedes respirar te duele que te deje, permíteme caer al piso,solo soy un adarga ya insostenible.


Victoria Falcón Aguila D.R 2011

Publicado en el libro: "El Vuelo del Colibrí" Octubre del 2011  D.R

sábado, 5 de noviembre de 2011

A media oscuridad

                                                                 

Todas las mañanas me siento frente al espejo a media oscuridad; estos momentos fugaces son los que me permiten tener chispas de objetividad, de cordura. Recibo del espejo resplandeciente el reflejo de tu cara aburrida, pruebas la resistencia de la vida; ¡suicida mentirosa!, te matas lentamente y a mi me pones de frente.
- ¡Calla!, mira que te mando directo a la basura.
- ¿Tú mandarme a la basura? Eres cobarde y no sales de tu cuarto sin mí.
- Pedazo de cartulina, ¿quién te crees para juzgarme?
- Soy quien recibe los impactos diarios y los canalizo dejándote a salvo, quien vigila mientras tú cierras los ojos... Quien sonríe mientras pareces muerta.
- ¡Basta!
- No me calles ser semi urbano, añoras el mar pero tus pies están pegados al pavimento,
- Cuando te propones ser cruel vaya que lo logras. Me cuestionas justo hoy mi realidad
deberías de estar ya colocada en mi faz.
- Estoy tan harta de vivir una vida que no es la mía, siempre protegiéndote de la ignominia.
- Esta situación me esta agobiando dime: ¿que deseas? ¡Termina ya!
- Tu manía de evadir, de jugar a no existir te ha hecho carente de sensibilidad; eres el único testigo de tus recuerdos... Es hora de que yo parta, prepara todo para mi despedida.
- Sé que esta sonrisa falsa, no puede ocultar mi realidad y estoy cierta que no puedo hacerlo de por vida, ¿dime como hago para decirte adiós, cómo te desprendo de mi rostro?
- Consciente de mi existencia transitoria mi razón de ser culminó, que no era la de evadir la realidad, si no la de cultivar tu alma arreglando tu mundo fortaleciendo tu espíritu; preparada estás, ahora me debo ir.
- Mis manos tiemblan y lloro al dejarte partir acompañante amiga: debes morir.


Victoria Falcón Aguila D.R 2011

Publicado en el libro: "El Vuelo del Colibrí" Octubre del 2011  D.R