lunes, 8 de julio de 2013

Claustrofobia



 Me quedé viendo cómo rodaba la llanta. El rín cromado perfectamente limpio, me incitó a filosofar sobre la rueda de la vida; en un momento arriba, después: tres metros bajo tierra.
     
     La carroza fúnebre se acercaba pensé: ahí viene el carro que inevitablemente todos algún día abordaremos. Lentamente se estacionó saliendo de él dos hombres pálidos cual cadáver moviéndose pausadamente como si de verdad lo fueran, me miraron compasivamente… bajaron el féretro que contenía los restos de mi abuelo, el último viejo en morir de la aldea; una polvareda se levantó bañando el cajón como recibimiento anticipado, el polvo invadió mis fosas nasales, sentí que me ahogaba (desde que recuerdo era alérgico) sino fuera porque tenía que estar presente en el funeral, no hubiese regresado al  pueblo que pronto se convertiría en fantasma; los ancianos morían y los jóvenes no querían quedarse.

Mi tren salía a las seis con treinta, eran las tres justo el tiempo para despedirme.

Entre a la capilla casi sin ganas arrastrando los pies. Como único familiar me tocaba presidir el servicio, ¡qué fastidio! pudiendo estar en la ciudad en  mi departamento con aire acondicionado vestido con ropa deportiva, tenía que soportar el traje negro de lana que picaba, con una corbata casi ahorcándome…  El polvo no salía de mi nariz impidiéndome por momentos respirar desencadenando en mí una histeria, una claustrofobia.
La ceremonia terminó pronto; pagué apresurado los servicios de la funeraria dejando mi domicilio e instrucciones para que enviaran las cenizas por paquetería, no deseaba llegar tarde.

Arribé a la estación justo cuando se escuchaba el silbato del ferrocarril. Si corría con suerte y no se detenía en ningún punto, a las diez de la noche estaría en la ciudad.
Me subí buscando un asiento con ventanilla; no era agradable sentirme encerrado necesitaba aire en mi rostro, me aflojé la corbata despojándome del saco, luego lo utilice de almohada necesitaba descansar. El olor a tierra no me abandonaba así que decidí ir al baño para lavarme la cara y limpiar la nariz, esperando que las partículas aún dentro salieran.
Ya más tranquilo y fresco regresé a mi asiento con la firme intención de dormir.

No sé cuánto tiempo pasó, tampoco supe si realmente me quedé dormido, sólo recuerdo que fui golpeado cimbrándose todo. Estábamos completamente a oscuras comenzábamos a entrar en el túnel, así que estire mi mano para tentalear; sorprendido me percate que  frente a mí se encontraba una puerta de madera o algo parecido, me pregunte como había llegado ahí, seguramente eso había sido: me quedé dormido y me caí rodando hasta llegar a la puerta.

        -¡Que salgamos pronto del túnel, necesito luz!-me decía.
Caminé a gatas buscando un asiento vacío, ya no importaba si  tenía ventanilla, era preciso me sentase para protegerme…                
-¡Oh!, qué largo es este túnel no recuerdo que fuese tan tardado salir de él.
     Tic, tac… Tic, tac… El silencio era tal, que alcanzaba a escuchar el movimiento del reloj de cuerda de mi abuelo que llevaba guardado en la bolsa de mi camisa, acompasandose con los latidos de mi corazón… Tic, tac… Tic, tac… Comencé a repetir para tranquilizarme, la oscuridad y el aire sofocante del túnel casi  me volvían loco. Sabía que estaba construido debajo del desierto y casi podía olerlo; por eso me fui del pueblo dejando a mi abuelo, pues siendo alérgico la vida ahí me fue imposible.
Estaba reflexionando sobre eso, cuando un movimiento parecido a un temblor me despabiló y una intensa luz dio directamente hacía mí, obligándome a cerrar los ojos. Un pitido ensordecedor provocó que mi corazón se acelerara: otro tren se acercaba avisando su presencia, pasó a nuestro lado y pude escuchar a los pasajeros murmurar… sus murmullos entraron a mis oídos explotando en mi cabeza. Los vagones iban iluminados por velas que cada pasajero llevaba en sus manos; al pasar por mi ventana pude ver sus rostros tras el vidrio volteando hacía mí estallando en lágrimas para luego seguir murmurando… Consideré podía ser alguna peregrinación de fanáticos religiosos.

-¡Maldita sea!, salgamos del túnel ¡ya!, necesito luz, la tierra seca me ahoga, no puedo respirar… ¿De qué murió el abuelo?, ni siquiera se me ocurrió preguntar… Aire, necesito ¡aire!
Los nervios me explotaban. Para relajarme traje a mi mente los momentos agradables que pasé con él,  siempre pendiente de mí, haciendo las funciones de padre, velando por que nada me faltase. Mi abuelo era un hombre con mucha fortaleza, un roble; de broma decíamos que él, nos enterraría a todos.

-¡Pobre de su nieto! Mírelo, tiene cara de aflicción, parece haber sufrido mucho.
- ¿De dónde viene esa voz? ¿Cuál nieto, quién sufrió?
-Es triste Doña Matilde, mi nieto tuvo una muerte espantosa.
- Tan joven… Lo recuerdo de niño padeciendo con el clima de aquí, es irónica su muerte.
- La pasó mal con sus alergias que le provocaban claustrofobia y mírelo usted, cómo vino a morir: enterrado vivo bajo toneladas de arena. ¿Recuerda que le platique que se graduó de arquitecto?... Nunca comprendí eso… Con las alergias y trabajando entre tierra y tan distraído; mientras revisaba unos planos, sin fijarse se paró justo donde un camión de volteo descargaba… Para cuando lo sacaron ya estaba muerto y encima, esos brutos de los sepultureros  ¡lo dejan caer!
- Tenga de consuelo que ya descansa en paz
- Eso quiero pensar. Mi nieto prefería la cremación a ser enterrado, hasta muerto le temía al encierro y oscuridad; había pagado ese servicio en la funeraria por si algún día se ofrecía y dejado instrucciones de que las cenizas se enviaran a la ciudad; ni difunto quería estar debajo del desierto… ¡No pude cumplir su deseo!, mi religión no permite la cremación, tampoco quiero se lo lleven lejos de mí... Le puse mi reloj cerca de su corazón, siempre le gustó, es el único consuelo que me queda, además: ¡muerto ya ni debe  sentir nada!

-Tic, tac… Tic, tac… ¡No quiero que me cubran con tierra!, ¡noooo!

Cuento incluido en mi libro: Sonidos bizarros Mayo 2013


                      Victoria Falcón Aguila D.R 2013

miércoles, 3 de julio de 2013

Sonidos Bizarros


El pasado 29 de junio se presento el libro: Sonidos Bizarros, de mi autoría, teniendo el honor de que Luis G. Abbadie, escritor mexicano,  especialista en misterio y terror, lo presentara.
Sonidos bizarros es un libro de cuentos con temática variada que va desde el misterio,  lo fantástico y lo policíaco. Son 24 cuentos, cada uno dueño de su propia historia.


Sonidos Bizarros, es el titulo de uno de los cuentos incluidos en el libro, escogido cuidadosamente ya que este titulo recopila bien el conjunto de todos los temas… Bizarro: comúnmente, se utiliza para referirse a algo raro, extravagante, insólito, anormal, atípico, sin embargo, cuide bien que ninguno de los cuentos resultase grotesco e incomodo para el lector, que puede ir desde un  pre- adolescente, hasta adultos. Es una literatura muy urbana, fácil de digerir; no termina disculpándose de su ficción  pese a tener humor negro en algunos de ellos o haber sido inspirados en hechos reales, pues convertidos en ficción toman nuevo rumbo, vida propia, no dependen ya del hecho del que fue tomada la inspiración. 

Como nace este libro?
Cuando uno lee o se está atento a lo humano cotidiano, siempre queda en el escritor una inquietud, viene entonces el deseo de comenzar a construir una historia, la misma que se va alimentando de las experiencias, de recuerdos y en mi caso de muchos sueños que he tenido.
Inspirado en la vida misma, en hechos reales como puede ser una nota policíaca,  un acontecimiento  en el barrio,  en algo que haya leído o en sueños; pues cuando  uno despierta queda algo de ellos que obliga a tomar lápiz y papel y comenzar a escribir.

Algunos cuentos tienen como escenarios lugares típicos de Guadalajara Jalisco México, ya sea el mercado de san Juan de Dios o la estación Juaréz,  del tren ligero; otros en cambio son a temporales y sin sitio especifico donde transcurre la historia.

Con esta producción literaria sólo deseo que el lector tenga una lectura llena de misterio, envuelta en la fantasía con un toque de ironía y humor negro, que al final se quede con un buen sabor de boca.

Les presento pues, mi más reciente producción literaria: "Sonidos Bizarros".

                        http://www.youtube.com/watch?v=sgO_GxLXx5k


                                                           

Victoria Falcón Aguila D.R 2013