Domingo 28 de Agosto del 2016, recién comienza a brillar la luz eterna del Divo de Juárez: Juan Gabriel en un día donde no hizo frió, ni calor, con el sol en todo su esplendor. Su partida fue rápida, sin previo aviso y es que así mueren las estrellas, extinguiéndose en un segundo pero permaneciendo su luz brillando por siglos. Dicen los científicos que entre más grande es una estrella, más corta es su vida, “solo viven varios miles de años”.
El palomar (México), está triste por “la muerte del palomo”. Murió el último Divo del siglo XX nadie podrá ocupar su lugar, así como no habrá otro José Alfredo Jiménez o un Agustín Lara, no habrá otro Juan Gabriel cantando “amor eterno”, alguien tan querido que aunque dijera no tener dinero, tenía mucho amor para dar y bien que se lo dio a los mexicanos, que pronto se convirtieron en su público incondicional; sabiéndose que se tenían uno al otro, nació una fuerte relación donde uno cantaba su música recibiendo a cambio aplausos bien merecidos en tanto, el pueblo tenía la música que necesitaba donde se vio reflejado apropiándose de esas letras, pues al final las mujeres fueron “María de todas las Marías” mientras su enamorado bajo la “Luna” le decía: “Te sigo amando” y así, esas canciones terminaron convirtiéndose en imaginario popular.